Hace algún tiempo escribíamos sobre
1.
La primera es la dolorosa y lamentable muerte de un bebé de seis meses después de un operativo policial de desalojo en uno de los sectores más deprimidos del Distrito de Aguablanca en Cali. Los padres, dos desplazados de Buenaventura, llevaban varias semanas ocupando un paupérrimo rancho de lata y cartón en una zona llamada “Brisas del Bosque”. Bueno, en realidad no tiene brisas, solo efluvios de caño, ni bosque, solo maleza y basura alrededor. Pero fue el único lugar que los acogió. Historia conocida.
El dueño reclamó por la invasión y el Alcalde Polo, el mismo que hace tres años recorrió toda esa zona prometiendo de todo y conmoviendo a la gente con su discurso de lo pobre, negro y feo que era él, los mandó a desalojar por la fuerza sin proponerles ninguna solución. Historia muy conocida.
Como es costumbre, la acuciosa Policía disparó varias capsulas de gases lacrimógenos frente al peligro mortal que representaban algunas piedras lanzadas por los manifestantes, sin tener en consideración a niños, mujeres embarazadas y viejos que estaban en el lugar. Resultado: El bebé mencionado recibió de lleno todos esos gases, que intoxicaron su pequeño cuerpo hasta causarle la muerte dos días después. Ahora lo velan en una mesa improvisada como ataúd al borde
Como reacción, el comandante de
2.
La segunda: Se descubre por interceptaciones telefónicas que los policías encargados de vigilar el sector en donde ocurrió la masacre de Jamundí estarían presumiblemente al tanto de que en el lugar de los hechos se hallaría el capo Diego Montoya. Historia conocida.
Esta circunstancia implicaría que seguramente la misma Policía le servía de guardián al narco. Historia más conocida todavía.
Este hecho también daría pie a la hipótesis de que Don Diego estaría protegido por un doble cordón de seguridad del Ejército y de
3.
Conclusión: Que bueno sería, entonces, que
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