
Cuestionados por Uribe, los alcaldes al unísono le contestaron que no confiaban en ellos, en especial en la Policia, pues consideraban que varios de sus miembros se hallaban en complicidad con los mafiosos y que no querían plantear las denuncias que tenían pensado hacer en la presencia de los oficiales allí presentes. Al final, ante la insistencia del Presidente, accedieron a celebrar la reunión, aunque sospecho que de no muy buena gana.
Es evidente que la actitud de los alcaldes no es mas que el reflejo de una actitud social hace rato enquistada entre nosotros: La policía suscita mas sospecha y desconfianza entre los ciudadanos que la misma delincuencia. En las diversas encuestas de credibilidad y buen nombre institucional que se realizan periódicamente la Policía ocupa casi siempre los últimos lugares. Y el asunto no es solo desconfianza por la venalidad de algunos de sus miembros, sino tambien por su ineficiencia o por su incapacidad para combatir a tiempo y de manera racional el delito. Resultado: La relación ciudadano-policía resulta siempre tirante, frustrante o, como lo decíamos al comienzo, de permanente desconfianza.
En los ya largos años de ejercicio de mi profesión, en la cual debo relacionarme forzosamente con policías, no he encontrado hasta ahora a ninguno que no tenga propensión a la corrupción. No

Otra razón para la desconfianza son los informes públicos de la labor policial. No es asunto exclusivo de la policía colombiana mentir o exagerar acerca de los alcances de sus logros. Tampoco lo es ofrecer versiones acomodaticias a los medios con el fin de justificar una situación especifica respecto de abusos o errores policiales. Es el llamado espíritu de

El narcotráfico permeó en forma alarmante a la Policía en todas sus estructuras. En Cali era vox populi el hecho de que los señores de la droga tenían nominas policiales a su servicio. Muchos ex agentes entraron a convertirse en jefes de seguridad y en parte del brazo sicarial de esas temibles organizaciones. Por otro lado, las conocidas y tan en boga oficinas de cobro se encuentran integradas en buena parte por policías activos, que les brindan apoyo de toda clase. De ahí, probablemente el temor de los alcaldes que mencionamos.
Según la Constitución la Policía es un organismo armado de carácter civil que, dependiente del poder ejecutivo, se encarga de cumplir las funciones policivas propias del Estado. Por esta razón, no for

De ahí parte, seguramente, el comportamiento muchas veces tiránico y arrogante de muchos de sus miembros, que, amparados bajo el uniforme policial, llegan a creerse impartidores de una justicia callejera y sumaria e interpretes absolutos de la ley. Se tiene la idea, por consiguiente, que con un policía no se puede dialogar, mucho menos razonar. Además de que la mayoría de las veces el ciudadano no recibe el tratamiento respetuoso que merece, sino el atropellamiento verbal y físico que eventualmente se le da a un delincuente o a un enemigo.
Puede verse esta opinión como algo injusto frente a las noticias de policías que caen cada día muertos o secuestrados en cumplimiento de su deber. También lo sería frente a familias enteras que los lloran por una u otra causa. No obstante, es bueno decir que es mucho más injusto que la visión ciudadana sobre la Policía sea tan funesta por los múltiples motivos que se le brindan cada día, hasta el punto que los mismos alcaldes, que deberían ser los primeros en salir a defender su labor, no quieran ni arrimárseles.
Por algo será.