
Es como un macabro disco rayado. Una tonada de lamentos y maldiciones sin fin, por un lado, el de nosotros, y el tronar incesante de las balas y las bombas, por el otro, el de ellos.
Este nuevo atentado en Cali es también parte de la misma tonada. Usaron las Farc el mismo método del bombazo contra
No hay duda de que se necesita estar despojado de cualquier rasgo de humanidad para fraguar algo tan malvado. Por eso, mas allá del horror de la bomba, de las muertes, los heridos y los daños causados, lo que de verdad preocupa es que es del interior de nuestra propia sociedad de donde surgen los autores de esta ¿barbaridad? ¿atrocidad? ¿crueldad?...
Es la violencia reproduciéndose generación tras generación. Son muchos de nuestros adolescentes y jóvenes que, desencantados o desesperanzados dentro de una sociedad que solo tiene razón de ser en torno a la plata, aceptan el mandado del terrorismo. Y lo cumplen con la torva malicia aprendida en las calles violentas e inseguras que les ofrecemos.
¿Que más decir? El disco suena nuevamente y se estanca en los mismos pensamientos, los mismos odios, el mismo temor. Y así, hasta la próxima vez.
Esperemos a ver si entonces aun nos quedan palabras para el horror.
El caso de la mujer de Barranquilla apaleada sin misericordia por la bestia que tiene como marido, nos sirve a todos para recordarnos, en especial a los hombres, la vergüenza que son para nuestro genero aquellos que levantan la mano contra sus esposas, compañeras, hijas, etc.
Hace algunos meses escribimos al respecto. Extrañamente, ninguna mujer comentó nada. Supongo que parecía obvio decir que se rechazaban estas infamias y tal vez por eso ninguna quiso repetir lo sabido.
Sin embargo, ese silencio femenino es el mismo que ha servido siempre de propiciador para el abuso y la violencia contra la mujer. Todos lo sabemos. De allí que la valentía de esta mujer -y la de su familia- sea posiblemente la puerta abierta que muchas otras en su misma situación quieran hoy cruzar para denunciar, una y mil veces, si es necesario, a quienes las hacen presa de su violento e irracional despotismo.
Solo así es probable que una vida se salve de vez en cuando.