11.5.12

FELIZ Y TRAGICO DIA DE LA MADRE

Al parecer resulta muy popular y muy latina, que para el caso viene a ser lo mismo, esa tendencia a sublimizar la imagen de la madre, elevandola por cierto inveterado ascensor emocional a la categoría de santa, impoluta e intocable matrona, entronizandola en un altar inmarcesible que muchos llenan con mustios lloriqueos, canciones desgarradas, mil cursilerías y regalos inservibles, por lo menos una vez al año.

Y todo esto no sería mas que parte del pintoresco carácter nuestro, si no fuera porque, por otro lado, el temido Día de la Madre, que a veces se convierte en semana o mes entero, es tal vez la fecha mas fatídica del  calendario de nuestra mortalidad local y nacional. De eso, por ejemplo, daba cuenta hoy el alcalde Rodrigo Guerrero, que saliendo de su mutismo tradicional, alarmaba por radio a la ciudad con su ya repetido discurso de que aquí la gente se mata todos los días y que nada que declaran a Cali en emergencia sanitaria por tanta muerte. O algo así.


Se teme, decía el alcalde, que este fin de semana la matanza continúe por cuenta del amor entrañable a la madre. De allí que pedía, o mejor, rogaba a los caleños, que honraran a las madres, vivas y muertas portandose bien, es decir, sin emborracharse y, por tanto, sin matarse unos a otros, con el fin de que las progenitoras solo lloraran de felicidad o por cuenta de las canciones lacrimosas tradicionales, no por el luto de las muertes y las tragedias con las que generalmente tanto bruto que pulula por allí pretende hacerle su trágico y sangriento homenaje anual.


Qué relación habrá entre el Día de la Madre y la disparada de los indices de violencia, accidentes y muertes de esa fecha? Este puede ser uno de los mas grandes misterios de nuestra época. Pero, cavilando un poco al respecto, podría deducirse que hay en muchos de nosotros un cierto amor enfermizo por un ser que, a la vez que nos arranca los mas tiernos y sentidos sonetos, también parece empujarnos al embrutecimiento alcohólico, al ajuste inmediato de cuentas y rencillas familiares y al desafío armado. 


Siendo así, no se vislumbra solución alguna, así el alcalde o el jefe de policía salgan a los medios a rogar por un Día de la Madre en paz, pues la celebración sangrienta resulta también tradicional y, de alguna forma, hace parte irremediablemente del alma nacional, tan extraña y tan "alegremente oscura", como canta acertadamente un estribillo comercial que suena desde hace años por allí.


De todas formas, ¡Felíz Día de la Madre!

4.5.12

LIRICA DE LA INFELICIDAD ("MIENTRAS DUERMES")





No existe mejor y mas privilegiado espectador de todos los dramas, sinsabores y efímeras felicidades de cualquier vida que el silencioso, invisible y socarrón conserje o portero de cualquier edificio. Agazapado detrás de la barrera teórica de la recepción, capta, ve, analiza y concluye lo que quiera y de quien quiera. Total, a casi nadie parece importarle lo que haga o piense.

Por eso, un portero o conserje infeliz, es decir, un ser incapaz de ser feliz, podría convertirse en una inagotable fuente de infelicidad comunal, hasta el punto que puede lograr, a voluntad, borrarle de la cara cualquier vestigio de felicidad a cualquiera de sus inquilinos, según el grado de veneno que su labia sibilina destile: el chisme urticante de un vecino, la carta indeseada e inoportunamente entregada, el inesperado comentario negativo sobre su apariencia física... las posibilidades de hacer infeliz a otros resulta infinita.

Y César, el oscuro protagonista de esta interesante película del director Jaume Balagueró es esa clase de conserje, que acecha, como un coto de caza, a Clara, la bella y risueña muchacha a la que se ha empeñado borrarle, a como de lugar, la sonrisa matinal con la que lo saluda, sin saber que ese hombre de apariencia amable y actitud melosa, es, en realidad, el verdugo de su sueño y el dueño impensado de su cuerpo, todas las noches en las que se desliza sigilosamente por su apartamento en pos de su ingenua e indefensa presa.

"Mientras duermes" sacude al cineasta, pero no bajo el mazazo visual de un terror efectista o un suspenso frenético, sino mediante el lento y hostigante acecho del siniestro portero, en el cual el espectador, como testigo impotente, es involucrado, y casi arrastrado, por el lente acosador de una cámara que conspira, que se arrastra por los rincones oscuros del apartamento de Clara, que se explaya en la oscuridad y que, al igual que el victimario, parece deleitarse con la indefensión asfixiante de la víctima.

Esta buena cinta nos conduce, con paso pausado y firme, por los intrincados vericuetos de la mente perturbada de este conserje acosador, que desde las primeras escenas, anuncia que su gran problema es encontrar una sola razón para levantarse de la cama todos los días, que juguetea con el suicidio al borde del abismal borde de la terraza de su edificio y que consuma su obsesión: extinguirle la sonrisa feliz a Clara, para encontrar en el rictus amargo de su llanto la razón perdida de su vida.

LA CASA VACIA

La casa yace, yace sin remedio, fantasma de sí misma, yace, yace, la casa pasa por sus vidrios rotos, penetra al comedor que está hec...