7.11.06

VELORIO

(Este articulo apareció publicado originalmente en la pagina de la Generacion Invisible)

Saliendo de Bogotá hacia el sur, por la carretera que conduce a Honda, hay cierto lugar estremecedor.

Algunos metros antes del primer peaje el río Bogotá –o, al menos, eso dice un lánguido letrero en blanco y negro- parece un espejo negro, inmóvil y fétido, en el que la ultima luz de la tarde fenece ahogada en su negrura.

Al lado del río, en la orilla derecha, la estatua de una virgen de facciones burdas, prisionera en una urna de cristales opacos y rotos, lo custodia. Su rostro mira hacia abajo y hacia el otro lado, como alguien que se niega a mirar de frente el horror.

A los pies de la estatua, en un tarro blanco que alguna vez contuvo pintura, alguien dejó hace mucho tiempo un ramo de flores amarillas, que ahora, también muertas, yacen desgonzadas y mustias.

Muchas veces escuché que el río Bogotá estaba moribundo.

Hoy parece que en algunas partes de su recorrido ya ha empezado su triste velorio…

LA CASA VACIA

La casa yace, yace sin remedio, fantasma de sí misma, yace, yace, la casa pasa por sus vidrios rotos, penetra al comedor que está hec...