22.8.06

LA "MECHITA" DESMECHADA

Al empezar estas líneas recordé el viejo bolero de Alberto Beltrán “Aquel 19” que por muchos años se erigió como el himno no oficial del club América de Cali. Aparte del coincidente 19 de diciembre de 1.979, día en el que América obtuvo su primer galardón en el fútbol nacional, nunca entendí – ni entenderé- la razón de tan extraña proclama musical.

Aunque este famoso bolerista de la Sonora Matancera de los años 50 le declaraba con fervor su amor a la mujer amada a través de esa canción, pienso que ni en el más raro de sus sueños hubiese podido imaginar que la pieza musical terminaría identificando a un equipo de fútbol caleño. La verdad, es difícil verle vestigio futbolístico de alguna clase al desgarrado bolero, como tampoco se logra uno imaginar como se animaría a un equipo de fútbol cantándoselo en pleno partido.

Pero así, extrañas e inesperadas, son las cosas con el América de Cali, la otrora famosa, popular y entrañable “mechita”, convertida por estos días en algo menos que su propia y desventurada sombra. Ahora el equipo tiene otro himno, una especie de currulao apachangao (“América tierra firme, algún día será campeón…”), que cada día suena menos hasta el punto que a muchos hinchas ya se les ha ido olvidando, frente a la prolongada sequía de alegrías o satisfacciones de este alicaído América actual.

¿Exagero? Es posible, pero el panorama no da para más. Para empezar, la situación económica y deportiva del equipo no podía estar peor: estadios vacíos por un equipo que no inspira a su hinchada y consecuentes arcas vacías, deudas por doquier, nomina sin paga desde hace meses, técnicos de medio pelo que fracasan una y otra vez, sede social y deportiva bajo extinción de dominio, inclusión en la lista Clinton, últimos lugares de la tabla, etc, etc y etc.

Es seguro que lo económico está influyendo en lo deportivo, nadie lo duda. Pero aunque en nuestro medio es muy habitual ver los equipos, grandes o chicos, en crisis casi permanentes, esta vez la situación parece diferente por lo grave y profunda.

Por eso las voces callejeras declaran, casi como una ecuación imperturbable, que el América viene en declive por las mismas razones que sus antiguos mecenas, los hermanos Rodríguez Orejuela y compañía, están ahora en la situación que están. Aquí se sabia y se sabe de donde vinieron las enormes y súbitas inversiones económicas que se hicieron a finales de los 70 para convertir un equipo mediocre y de mitad de tabla para abajo en una de las instituciones futbolísticas mas eficaces y ganadoras, no solo en Colombia sino también en el plano internacional, con contrataciones fabulosas y nominas de ensueño que marcó un dominio casi hegemónico en el fútbol nacional.

Sin embargo, igual de sorprendente como el auge empezó la decadencia hace algunos años, casi a la par con el desmantelamiento del Cartel de Cali. Aunque muchos equipos en el país cayeron bajo el dominio mafioso, de alguna forma América se convirtió en el icono por excelencia de la llave fútbol y mafia, de tal manera que nunca pudo sacudirse realmente este sambenito, como tampoco nunca pudo deshacerse de la llamada maldición de Garabato, según la cual un hincha despechado hace muchas décadas maldijo al equipo para siempre. Al final de cuentas, parece que entre la mafia y Garabato acabaron con el América.

No se escuchan soluciones reales para el equipo y sus dirigentes, con el oscurísimo señor Carlos Puente, su gerente, a la cabeza, parecen no entender que ellos forman parte del estado de cosas que tiene postrado al América. Son los mismos de siempre diciendo las mismas pendejadas, dedicados en lograr metas angustiosamente corticas y sin percatarse que de lo que se trata el momento es de que el equipo se les diluye inatajablemente entre los dedos.

Pienso, no obstante, que por lo que fue e, incluso, por lo que todavía representa, el América de Cali merece una mejor suerte. O, incluso, una mejor muerte.

Por eso, para el momento y pensándolo bien, me parece mas apropiado como himno americano un lloroso bolero que un sabroso currulao.

ERROR, DISCULPAS Y SUPLICA

Por culpa de mi supina ignorancia en materia tecnologica borré involuntariamente todos los comentarios dejados en cada uno de los posts de este blog, al cambiar el sistema de comentarios de Blogger a Haloscan.

Por eso, ofrezco disculpas a todos mis amigos y lectores por tan lamentable error, cuyos aportes son de verdad valiosos para el suscrito.

Ruego, suplico, imploro, al alma caritativa que me indique, si es posible, cómo recuperarlos. Si no lo es, ni modo, será un nuevo comenzar para todos.

Saludos desde Cali.

LA CASA VACIA

La casa yace, yace sin remedio, fantasma de sí misma, yace, yace, la casa pasa por sus vidrios rotos, penetra al comedor que está hec...