16.6.06

AL ESTILO DE JACK BAUER

Jack Bauer es un tipo duro. Y, además, un héroe atípico, no tanto porque sus métodos sean violentos y extremos, sino porque la mitad del tiempo se la pasa defendiéndose de sus propios amigos y aliados, que lo quieren encerrar, matar o torturar, mientras él se despelleja por protegerlos.

En los capítulos de esta nueva temporada de 24, la serie de acción del canal Fox que veo desde hace tres años, el asunto de acusar, perseguir, encarcelar, interrogar y torturar a los amigos ha sido de Ripley. Así, por ejemplo, detuvieron, torturaron y mataron al asesor principal del mismísimo presidente de los E.E.U.U., al mismo Bauer, al jefe de Bauer, al jefe del jefe, a la mejor amiga y a la novia del héroe, entre otros.

Todo a manos o del mismo protagonista o de los agentes de seguridad nacional, quienes, bajo el pretexto de una grave amenaza terrorista, no dudan ni por un segundo en apuntar con un arma, golpear salvajemente, disparar, inyectar con una misteriosa y dolorosa sustancia capaz de hacer cantar hasta a Julio Iglesias, etc. a agentes y funcionarios de su propio gobierno. Incluso, al presidente Logan (en la serie) solo le costó un pestañeo la decisión de autorizar la muerte del presidente de Rusia y de su propia esposa.

Claro, es una serie de ficción, ni más faltaba. Pero viendo los últimos hechos de la realidad mundial: suicidios colectivos en la execrable prisión de Guantánamo, noticias de nuevas y mas refinadas torturas en las cárceles iraquíes, bombardeos indiscriminados en ciudades de Irak a la caza de jefes de Al Qaeda y otros desmanes similares de los gringos, me parece que la ficción puede llegar a ser, si es que ya no lo es, un reflejo pálido de la realidad de esta guerra contra el terrorismo.

Y lo peor es que esta epidemia de violencia y paranoia parece tocarnos, bajo la premura gubernamental por la obtención de resultados que mantiene a las tropas con el pie en el cuello en busca de “positivos” a toda costa y a toda hora. Así lo reflejan indudablemente todos estos recientes sucesos en los que se ven involucrados miembros del Ejercito en emboscadas contra policías, errores militares, muertes por fuego amigo, secuestro y desaparición de personas sin razón alguna, disfrazamiento de cadáveres para hacerlos aparecer como bajas guerrilleras, etc., etc. y etc.

Siendo así, esta tendencia de tierra arrasada para combatir el terrorismo está llegando a límites inadmisibles. Nada, ni siquiera la “amenaza terrorista” o la “seguridad democrática” justifica una sola tortura o la muerte o desaparición de personas inermes. Sin embargo, las últimas y repetitivas noticias indicarían que los límites en materia de métodos de combate contra la subversión se han ido diluyendo.

O se juega bajo las reglas del D.I.H., la Constitución y la ley, aunque algunos les parezcan anacrónicas e impracticables, o definitivamente habrá que admitir que el terrorismo esta en ambos bandos, agravado por el hecho de que atacar, torturar o matar a quienes sobre el papel se deben proteger sería el peor de los dos.

Seguramente Jack Bauer lograra derrotar a los terroristas y hacer desparecer las amenazas sobre su país. Y se sentirá, al final, satisfecho y con su conciencia tranquila por el logro. Pero los que estamos al otro lado de la pantalla –o de los hechos, que para el caso es lo mismo- quedaremos estremecidos por el reguero de cadáveres, abusos y violencia desmedida que quedó detrás del héroe.

Entonces, extrañamente y contra todos los pronósticos, no nos sentiremos protegidos y a salvo en el bando de los buenos. Y el terror, entonces, seguirá allí con su peor cara: La de nuestros propios y supuestos protectores.

LA CASA VACIA

La casa yace, yace sin remedio, fantasma de sí misma, yace, yace, la casa pasa por sus vidrios rotos, penetra al comedor que está hec...