5.12.05

LA SONRISA DE RONALDINHO

Quien alguna vez se puso los cortos, se calzó los guayos y se fue a un potrero, o cancha, o peladero, con un grupo de amigos, o compinches, o compañeros, a patear un balón, va a darme la razón en algo: El fútbol es, fundamentalmente y antes que cualquier cosa, un juego. Y juego es, por definición propia, algo divertido.

Por eso, la elección de Ronaldinho como mejor jugador de Europa y, por esa misma vía, del mundo en estos momentos es, además de justa, gratificante. Es como si, después de décadas de someter al fútbol a todo tipo de experimentos atléticos, ajedrecísticos y de ingeniería espacial, a alguien se le hubiese prendido el bombillo y hubiese recordado que el fútbol es, reiteramos, un juego y, encima, divertido. Por tanto, por qué no premiar al que mas se divierte y divierte a los demás con sus jugadas?

Aprendimos a amar el fútbol desde niños y, como tales, siempre lo consideramos un juego. Y fue para todos, sin excepción, un juego encantadoramente fácil: Solo requería a unos cuantos de lado y lado de la cancha, un balón y empezaba la alegría. Algunos con mas habilidad, tenían la magia de la gambeta; otros, mas reposados, pensaban y hacían su jugada, primero en su mente y después con el pie; unos mas, aportaban su fuerza y hasta su rudeza; otros, se reían desde afuera de la cancha, gritaban, se burlaban de los torpes, aplaudían al habilidoso, se divertían. Todos, adentro y afuera de la cancha, gozaban del fútbol.

Es por eso que décadas después aun se habla de las piernas torcidas y las gambetas indescifrables de “Mane” Garrincha. O que se referencia a la Selección Brasil del Mundial del 70, con el fútbol mágico y poderoso de Pelé y la corte de genios, como Tostao, Gerson, Rivelino y demás, que lo secundaban. O que se emite, una y otra vez, el genial gol de Maradona a los ingleses. Eran genios o cracks, como se quiera decir, pero esencialmente era gente que, ante todo, se divertía con el balón en sus pies. Y esa alegría era lo que trasmitían a las graderías o a la audiencia televisiva.

Pero, inexplicablemente, o mejor, entendible pero lamentablemente, el fútbol, por las pasiones que despierta, se convirtió en un negocio. Y la esencia del negocio, a diferencia del juego, es ganar. A toda costa, de cualquier forma, no importa como, pero ganar, siempre ganar. Bueno, y algunos ahora piensan que también empatar es bueno para el negocio. Así que si no puedes ganar, por lo menos empata, de cualquier forma, de cualquier manera, no importa, lo que importa es el resultado. Y ahí se perrateó el juego y su alegría.

Porque, qué horriblemente aburrido se ha vuelto el fútbol. Desde la invención de los llamados “sistemas de bloque”, que empezaron a ponerse de moda después de la sorpresa que representó el llamado “fútbol total” de la Selección Holandesa en el Mundial del 78, todo se volvió sistémico y táctico. Los equipos empezaron a jugar un fútbol impersonal, lleno de esquemas extraños y con un despliegue atlético inusitado. Hasta las posiciones tradicionales cambiaron de nombre: Los habilidosos y gambeteadores de antes pasaron a ser volantes de creación; los delanteros, se convirtieron en medias puntas, cabezas de área o carrileros; los defensas, en stoppers, jugadores de área o taponadores. Hasta el cancerbero se convirtió, durante un buen tiempo, en un defensa mas o lo que se llamaba antes un libero. Se crearon esquemas tan llenos de números que los técnicos de hoy en día son mas matemáticos puros que otra cosa. Incluso, acciones tan fundamentales en el fútbol como es quitar el balón e iniciar un ataque, que antes lo hacia cualquier jugador, ahora se ha especializado de tal forma que hay volantes de recuperación, que quitan el balón, y volantes de armado o creación, que inician el ataque. Con el tiempo, algunos se especializaran en el saque de banda o en traer el balón cuando se desborde detrás de la cancha. Y serán figuras, no me cabe duda.

Las figuras que destacaron en esta nueva época del fútbol moderno llegaron y se fueron con mas pena que gloria. Muy pocos nombres se recuerdan y ninguno se equipara al de Pele o Maradona, cuyas jugadas aun deslumbran y parecen en los videos, como Gardel, que cada día jugaran mejor. Otras estrellas no son mas que el producto homogenizado y pasteurizado de los medios de comunicación o de los mercachifles del fútbol, que invierten ríos de tinta y despliegues verbales para convencernos de que fulano de tal, por hacer una jugada excepcional o jugar mas de dos partidos buenos, es el nuevo crack de la temporada. En realidad, lo que uno ve son jugadores potencialmente buenos, incluso excelentes, completamente castrados en su capacidad de improvisar, de inventar, de crear, amarrados inexorablemente al esquema, generalmente defensivo, del entrenador de turno. Son como esos tristes leones de circo que, amedrentados por el chasquido del látigo, rugen, pero no muerden; se mueven, pero no corren; parecen algo, pero no son nada.

Por eso reconforta, volviendo a Ronaldihno, que este delgado, mechudo y eternamente sonriente jugador sea ahora la nueva figura del fútbol. Solo basta verlo jugar para alegrarse y para disfrutar de una jugada impensada y genial, de esas que no requieren libreto, solo habilidad, genio y gusto por el juego. Y lo mejor, es que ríe, se ríe mucho Ronaldihno, no burlándose del contrario, al que, por lo general, deja tendido con un amague, un freno o un sutil toque lateral, sino de gusto, de alegría por el juego.

Y los demás sonreímos también. Porque amamos el juego y el juego, insisto, es alegría, esa que ahora, por cuenta de esta nueva figura, parece revivir. Y sonreír.

LA CASA VACIA

La casa yace, yace sin remedio, fantasma de sí misma, yace, yace, la casa pasa por sus vidrios rotos, penetra al comedor que está hec...