29.8.05

NO SE USTEDES...


No sé ustedes, pero yo vengo viendo y leyendo desde hace algún tiempo diversos artículos y comentarios -nacidos en el mismo seno de los grandes medios periodísticos del país- sobre el fenómeno de los weblogs o blogs, simplemente. Y la verdad, no salimos muy bien parados quienes trajinamos la blogosfera colombiana, por ponerle algún rotulo a la insignificante partícula que ocupamos en el ciberespacio.

Primero, fue un articulo de Rafael Santos en El Tiempo, que criticaba, digamos, la metodología de la mayoría de los blogs, al afirmar que muchos eran larguísimos y ladrilludos, que utilizaban pocas ayudas técnicas y visuales y que pretendían posar de periodistas y columnistas, sin tener idea de ello. Después fue otro miembro del santoral, Juan Manuel, quien en el mismo periódico nos trató a todos, sin distinción a la vista, de seudoperiodistas.

Y ahora, hace unos días, fue un muchachito, Felipe Restrepo, que francamente no sé quien es, quien escribió en Semana.com un vidrioso articulito según el cual, siguiendo una dudosa cita del periodista y ensayista italiano Giovanni Sartori, a quien tilda como tecnofobo (¿?), somos “el mas lamentable ejemplo de hombre ignorante, brutal e intelectualmente desposeído”. Mas adelante el muchachito afirma que la web está poblada de “periodistas ignorados y de escritores sin talento”, y que la gran mayoría de los blogs “tienen el mismo tono confesional y llorón de la agenda de una niña de tercero de bachillerato” o cierto “tono seudointelectual o de superioridad”, lo cual parece revolverle el estomago al articulista. Dice, además, que la mayoría nos ocultamos bajo apodos o motes para disparar insultos como alevosos francotiradores y que muchos solo buscamos posar de lucidos y agudos, pero que en realidad nos motiva es la física envidia.

No sé ustedes, pero todo esto, de verdad, merece una respuesta o, al menos, una replica. Y por tanto, ahí va la mía. Debo decir que no es que me importen en absoluto las opiniones de los señores Santos sobre los bloggers por las mismas razones, pero contrarias, de que debe importarles un pepino la mía sobre ellos. Mientras ellos son egregios periodistas cobijados bajo el ala protectora de su gigantesca y monopólica empresa familiar, con miles de recursos de toda índole para ejercer su sagrado derecho a decir lo que quieran, yo, por mi parte, soy el dueño de este computador desde el que escribo, de la línea de la cual me conecto a la red (y de la plata que paga la factura, por supuesto) y de las ganas de escribir tambien lo que se me dé la regalada gana. Por tanto, somos cuerpos celestes de una misma galaxia pero ubicados a años luz uno del otro, de manera que ni el calor de ese rutilante sol me quema ni la tenue lucecita de esta estrella los debe deslumbrar.

No sé ustedes, pero en cuanto a lo del muchachito de Semana.com sí quiero decir otras cosas. Resulta extraño y contrario a la honestidad intelectual y a la lealtad con el lector no citar textualmente, poner un pie de pagina o un infeliz link donde conste que lo dicho por el señor Sartori es cierto, y si es cierto, que ha sido citado en su correspondiente contexto. Por tanto, a la ciega, diremos que ese venerable personaje de 81 años, tal como lo dice mi padre, tiene el derecho a decir las pendejadas que quiera, a sostener las gaguerías que se le ocurran y a difundir cuanta idea se le venga a la cabeza, no porque sepa mucho de medios, que de seguro sabe, sino porque a esa edad uno tiene todo el derecho de hacerlo. Se lo ha ganado.

En cuanto a la clasificación que nos hace de cursis y de intelectuales resentidos y envidiosos es necesario aclarar que, en principio, es cierto que en la blogosfera se ve de todo. Pero ese precisamente es su encanto. ¿Qué hay niñitas, y no tan niñitas, contando sus cosas de adolescentes o de universitarias play? Claro que las hay, y qué? ¿Qué por acá andan jovencitos, y otros no tanto, tratando de sacarse la rabia que da ver lo que se ve a diario en este país aporreando el teclado de su computador? Claro que los hay, y qué? ¿Qué anda uno que otro periodista frustrado y mucho intelectual vergonzante buscando dejar una que otra opinión por ahí sonando? Claro que los hay, y qué? Lo que pasa es que ese es el rasgo más atractivo de los blogs: lo inesperado de un tema, la revelación instantánea de una intimidad, la agresividad fresca y autentica de una opinión, el comentario cortante o disgresor. Y ese es precisamente el punto que los hace diferentes a otros medios de comunicación y de difusión de las ideas. Súmele, además, la posibilidad de responder, de atacar y contraatacar, incluso en tiempo real. En resumen, precisamente, todo lo que uno no encuentra en un periódico, en un telenoticiero o en una revista de moda.

Esto es lo que atrae y lo que repele. Es la dulce anarquía de la libertad de expresión en su más pura e incontenible concepción lo que le da el sabor picante que nos subyuga. No hay manuales de redacción que respetar. No hay horarios para escribir, editar o publicar. No hay temas que desarrollar por orden de un superior. No hay asuntos vedados por cuenta de la llamada de un anunciante o de un poderoso. Nada de eso hace falta o se necesita para escribir en un blog.

Pero, aunque parezca lo contrario, tampoco es una jungla de insultos, extravagancias y nimiedades, como lo dice Felipito, pues la enorme riqueza de temas y autores parece controlarse por leyes intangibles pero reales, salvo algunas excepciones insulares, de respeto por el lector que opina, por el linkeado que te visita a diario, por la veracidad de lo que se escribe, por la actualización de los temas, etc. De todas formas, tienes tambien la libertad de guillotinar con un clic el comentario insultante o simplemente quedarte callado. Es tu opción, que nadie te coarta o te impide ejercer con plenitud.

Por ello, seguro estoy, que si hay envidia no es de acá para allá, sino lo contrario. Y no solo envidia, sino también temor, que nace del hecho de que alguien que no publica ni su foto ni su nombre, porque eso no es importante o porque no le interesa el reconocimiento de la imagen sino el debate de las ideas, de pronto ha abierto, sin permiso, una ignota trinchera y desde allí dispara sin piedad sus dardos a todo lo que se mueva. Que falta de respeto!

No se ustedes, pero yo, mi querido Felipito, lo invito a esta cruzada, a este cruce de disparos y de sables, a este entrelace de flechas y dardos, muchos de ellos anónimos. Salga de su cómodo nicho y anímese a unirse a la batalla. Abra un blog, o déjenos conocer el que tiene. Y le garantizamos, al menos desde este humilde rincón, que no saldrá ileso, pero tampoco se irá decepcionado.

LA CASA VACIA

La casa yace, yace sin remedio, fantasma de sí misma, yace, yace, la casa pasa por sus vidrios rotos, penetra al comedor que está hec...