27.12.05

FERIA DE INFAMIAS

Había decidido, después del saludo de año nuevo, darme un descanso y, de paso, dárselos a ustedes. Pero la indignación me pica los dedos y me obliga a sentarme a teclear estas líneas. Indignación, digo, por las cosas que nos está tocando ver en esta mal llamada Feria que, en mi sentir, ni es feria ni es nada. Lo cual no debería extrañarnos si nos atenemos a los funestos antecedentes de indolencia y desgreño de quienes, por desgracia, tenemos hoy al frente de esta maltratada ciudad.

Por causa del obligado ocio del pasado 25 de diciembre decidimos con mi mujer asistir virtualmente a la Cabalgata, a través de la transmisión que hizo Telepacifico ese día. Y no sabíamos si morirnos de la risa o sentarnos a llorar por las escenas que allí se vieron, mismas escenas que, por cuenta de la transmisión en directo vía satélite, seguramente algunas personas en Colombia y en el mundo también pudieron ver. Que vergüenza y que pena con ellas! Mientras los presentadores soltaban sin pudor cuanta estupidez se les venia a la cabeza, al igual que sus embriagados entrevistados, lo que mostraba la pantalla era un pandemonium, un caos, un desorden total, en donde lo que menos se veían eran caballos y jinetes, que serian los protagonistas lógicos de toda cabalgata.

Borrachos de a pie y a caballo por todos los lados, personas que arrojaban todo tipo de cosas a jinetes y a espectadores, un mar de espuma blanca que cubría a casi todo el mundo, mujeres despechugadas al extremo que ameritarían una cabalgata, pero de tetas de silicona, personas invadiendo la calle totalmente, vendedores ambulantes, caballos enloquecidos por el cansancio y el bullicio… Y, según los cretinos comentarios de los citados presentadores, todo eso era la expresión de “…la mas autentica alegría del pueblo caleño”. Que pena y que vergüenza! Como profeta del desastre le dije a mi mujer: Si eso es lo que muestran en la televisión, como será lo demás; lo mínimo que hay es muertos. Y dicho y hecho.

Al otro día, después de esa barbarie citada como cabalgata, se registró en la prensa el timorato titulo de “Cabalgata: Caos y Alegría”. Supongo que el titular fue mas una nota diplomática que otra cosa, porque el artículo contaba más o menos lo mismo que se había visto en la transmisión televisiva. “Esto es una zona de guerra” afirmaba un entrevistado. Por otro lado, los noticieros radiales empezaban a comentar que uno de los jinetes habría sido asesinado a bala en plena cabalgata y que por los menos siete caballos habrían aparecido muertos, algunos a cuchilladas, mientras mas de quince se habrían extraviado por cuenta de la enlagunada alcohólica de sus montadores.

Lo que era rumores o noticias sueltas, hoy aparece confirmado: EL PAÍS publica esta fotografía de un ejemplar muerto en plena calle. Los vecinos del sector en donde apareció cuentan que su embriagado jinete lo mató a cuchillo porque al parece el pobre animal no quería caminar mas. Esto habría sucedido a las 2 a.m. en el norte de la ciudad, sector en donde transcurrió la cabalgata. Por otra parte una funcionaria de Paz Animal, una ONG que lucha en la ciudad contra el maltrato de animales, denunciaba que ocho caballos habrían muerto durante la cabalgata y que 29 se habrían extraviado cuando sus jinetes, borrachos, los habrían abandonado porque se negaban a seguir cabalgando. También se cuenta de cierto ejemplar que se habría quebrado una se sus patas en una alcantarilla destapada, al que su jinete habría obligado a caminar mas de tres cuadras en tan lamentable estado, simplemente porque no se dio cuenta del accidente. No podría uno imaginarse más infamias, a nombre de tan falsa alegría colectiva, contra tan nobles e indefensos animales. ¡Que pena y que vergüenza!

La cereza del funesto cóctel la encontramos en el asesinato a bala, en plena cabalgata, de un palmireño que vino desde España a participar del jolgorio. En cierta parte del recorrido, el hombre, enceguecido por el bombardeo inmisericorde de espuma química, trató de apartar a los acosadores son su zurriago, ante lo cual uno de los tantos pistolocos que deambulan en esta ciudad le propinó certero disparo que, dada la imposibilidad de trasladarlo rápidamente a un hospital por el caos vehicular ocasionado por la misma cabalgata, resultó mortal. Del asunto ni la Policía ni ninguna autoridad se percató, por lo que el asesino escapó entre la multitud sin mayor dificultad. Ahora, una familia llora tan estúpida muerte mientras el regocijo y la alegría de Cali continúa. ¡Que pena y que vergüenza!

¿Y la autoridad? El gris personajillo que funge como director de la Feria, tan reconocido en la ciudad por sus escasas luces y su desmedido servilismo, salió a negar el desmadre de la cabalgata con el pueril argumento de nada de lo que se cuenta pasó, que solo se perdieron unos cuantos caballos y nada más. En realidad, nada mas podría esperarse de él, no fuera a ser que algún comentario adicional o salido del libreto pudiera tirársele la juerga a su jefe, el alcalde Polo, a quien se le notaban los tragos de mas en la ceremonia de inauguración de la Feria que, para mayor desgracia, Telepacifico volvió a transmitir ¡en directo y con los mismos presentadores de la cabalgata! El Secretario de Gobierno, Miguel Yusti, tan dado a contar muertos y a reclamarlos, si son poquitos, como éxito de su buena gestión, esta vez solo salió a los medios a disertar sobre otro tema sobre el cual es profunda su ignorancia: el trapío de los toros, los tiempos de lidia, los protocolos y demás vitales asuntos de su labor como presidente de las corridas de toros. De lo demás, ni mú.

Ahora, cuando ya los relinchos adoloridos de los equinos se empiezan a apagar, suenan clarines y timbales al sur de la ciudad, en la Plaza de Toros, en donde, para que la alegría del pueblo caleño suba de tono, empieza la matanza lenta, selectiva y sangrienta de los toros de lidia. Es que, claro, como se dice por estos días, Feria sin toros no es feria. Así que, olvidémonos de los muertos y los heridos, de las desgracias administrativas, de la corrupción, de la violencia, del basurero, porque estamos en Feria y la barbarie debe continuar.

¡Que pena y que vergüenza! Qué mas puede uno decir…

15.12.05

SALSA Y NOSTALGIA

Por estos días se ha dado cierta discusión, aunque de baja intensidad, debo admitirlo, sobre un tema recurrente en Cali: Cuál es mejor, si la llamada “salsa vieja” o clásica, o la “nueva salsa” (si es que esto ultimo existe)? En realidad tal debate es viejo, pero ahora reverdece por cierta protesta de algunos salseros que rechazan la contratación para la Feria de Cali de veteranos artistas de la salsa como Johnny Pacheco, el Gran Combo y la Sonora Ponceña, entre otros, por considerarlos obsoletos y de repertorio desactualizado.

Sin embargo, esta controversia merece ser analizada desde un contexto claro: Cali dejó de ser, desde hace varios años y por muchas razones, la Capital de la Salsa, como se la bautizó hace unas décadas atrás gracias al predominio absoluto de este genero musical que, mas que eso, pasó a ser una especie de estilo de vida, de rasgo cultural y de sello de identificación de esta ciudad. Bajo el embate de una salsa anodina, primero, y por la invasión de géneros musicales extraños a la idiosincrasia caleña, como el merengue dominicano, el vallenato llorón (rancherato, que llaman) y, finalmente, el detestable reggeaton, lo que menos se escucha en Cali, hoy por hoy, es la salsa. Y la que por ahí se oye, o es una deformación alambicada, o es una repetición inmutable de algunos temas viejos que, aunque populares, no son necesariamente los mejores del genero salsero.

Entonces, cabe preguntarse si, desde esta lamentable perspectiva, es valido afirmar que en Cali estamos cansados de oír a los mismos con las mismas. Para resolver la cuestión, bien podríamos echar una ojeada breve al pasado de la salsa y entender como llegó a nuestros lares este vibrante ritmo musical que por años nos ha llenado el corazón de gozo inigualable. Inicialmente, debe aclararse que para muchos estudiosos del tema la salsa no es un ritmo o un genero musical definido, sino el producto de una amalgama de muchos ritmos y géneros, algunos antiguos como la guaracha, la pachanga y el son montuno, formada a partir del acoplamiento de esta música afrocubana con tendencias musicales mas modernas como el jazz, el blue, el twist y el mismo rock.

Igualmente se considera que la génesis de la salsa se dio en el corazón mismo de Nueva York, en el Bronx, en Brooklyn, en el Harlem hispano, lugares en donde se asentaron las primeras oleadas migratorias latinas, especialmente cubanos y puertorriqueños, llegados a la Gran Manzana a finales de los años 50 y comienzos de los 60. Fue allí, bajo el influjo de la nostalgia, que se empezaron a formar los sextetos y las charangas que, comenzando los 70, terminaron fundiéndose en las grandes agrupaciones salseras bajo la batuta de personajes como Johny Pacheco, Ray Barreto, Tito Puente, etc.

Sin embargo, la incipiente sonoridad era una música relegada al más puro corazón de la barriada, a las esquinas azarosamente pobladas de inmigrantes, a los apartamentos abigarrados en los ghetos puertorriqueños, a los puertos, a las fábricas. Y al final, nadie logra saber como se fusionó esto con aquello, resultando un ritmo pegajoso, sonoro y, sobre todo, conectado en sus acordes y letras con la necesidad de esa creciente comunidad desarraigada de apegarse a algo propio, a sus raíces, a algo similar a los ritmos autóctonos de las tierras dejadas atrás. Por ello, solo cuando Pacheco y Masucci, esa extraña pero efectiva sociedad de un dominicano y un judío italiano, de un músico y un abogado de divorcios, decidieron organizar una empresa discográfica en torno a toda esa camada de extraordinarios músicos que brotaban por doquier, fue que surgió el término “salsa”.

Y vinieron cosas extraordinarias: Primero, el concierto inicial en el vetusto local de Ralph Mercado el 26 de agosto de 1.971, que, abarrotado de gente delirante, marcó el inicio oficial de un ritmo que, aunque ya se escuchaba y bailaba en las calles de los barrios latinos, ahora salía a luz bajo la conjunción de extraordinarios y versátiles músicos y cantantes. En ese ya lejano día estuvieron en el escenario Richie Ray, Bobby Cruz, Willie Colón, Héctor Lavoe, Ray Barretto, Larry Harlow, Bobby Valentín, lsmael Miranda, Barry Rogers, Larry Spencer, Johnny Pacheco, Yomo Toro, Roberto Roena, Héctor "Bomberito" Zarzuela, Orestes Vilató, Adalberto Santiago, Santitos Colón, Pete "El Conde" Rodríguez, Roberto Rodríguez y Reinaldo Jorge, según nos cuenta el profesor Miguel Antonio Rodríguez. Después vino el concierto en el Yankee Stadium, para el que se anunció a la Típica 73, Mongo Santamaría, el Gran Combo de Puerto Rico y la Fania All Star. Cuando el presentador anunció a esta ultima la gente, en estampida, invadió el campo, por lo que el concierto se tuvo que suspender. Sin embargo, tanto la película como el disco, titulados Fania Live At The Yankee Stadium se vendieron como pan caliente, pese a que en realidad la Fania que allí aparece fue grabada en el concierto que se dio días después en el Coliseo Roberto Clemente de Puerto Rico. Estafa piadosa, lo llama el profesor Rodríguez. Y vinieron mas películas y mas discos, y la salsa se regó desde la misma N.Y. por todos el continente y, después, por el mundo entero.

Y precisamente, en medio de su auge, fue que la salsa llegó a Cali. Según cuenta el mismo Bobby Cruz, fue el empresario Eduardo Lozano quien, a cambio de Tito Puente, se arriesgó en 1.968 a traer a la Feria de Cali a dos estrellas en ascenso: Richie Ray y Bobby, que le habían dado un nuevo aire al viejo bogaloo y que andaban cocinando un ritmo nuevo: el jalajala. Fue la locura. También una enorme sorpresa oír ese vertiginoso ritmo en una ciudad aun provinciana que se contentaba con bailar en sus clubes sociales la música de Los Hispanos o Los Graduados, cuya música Andrés Caicedo llamaba con desprecio “el sonido paisa”. Y la masa de bailadores no fueron a los clubes, ni siquiera a los grilles. Se apretujaron en la caseta más grande, La María, a gozarse en vivo ese electrizante sonido, y allí, sencillamente, enloquecieron. A partir de este momento, la puerta quedó abierta para todas las estrellas salseras que venían a tocar con toda su fuerza y su bravura, con temas originales, recién salidos al mercado y con la misma calidad de sus grabaciones.

La salsa llego a Cali burlando la aduana de las casas disqueras locales, esquivando los filtros de los estudios de grabación, porque llegó en vivo y con los mejores. Al contrario de lo que pasa ahora, la gente primero escuchaba en directo la orquesta y después se recreaba con la música de las emisoras de salsa, que se ufanaban de traer su repertorio en "pasta americana" original desde la misma Nueva York, insigne fabrica salsera. Los conciertos o las presentaciones en caseta eran apoteósicos. Recuerdo con especial nostalgia a la Sonora Ponceña de la mitad de los 80 (recuerdan: "... de que callada manera se me acerca Ud. sonriendo...") y a Henry Fiol en su año de “Donde estará la melodía” y “Oriente”. Extraordinarios…

Pero, en honor a la verdad, el decaimiento de la salsa no es solamente un asunto en Cali, sino de carácter general. El desmantelamiento de la Fania, hacia finales de los años 80, la desbandada de los músicos en producciones independientes y, sobre todo, la intensa comercialización de las disqueras, apagó definitivamente el gusto por toda esa rutilante generación de músicos y cantantes y sus temas bravos. Aunque el fenómeno de Rubén Blades y su “salsa social” ("Siembra", con Willy Colón) logro revivir por algún tiempo la originalidad del genero, la decadencia definitiva llegó del brazo de la llamada “salsa rosa”, que empezaron a promover vocalistas de entraña salsera como Loui Ramírez y Ray de la Paz, la que después le dio paso a la “porno salsa” o “salsa catre”, representada por Eddie Santiago, Frankie Ruiz, Jerry Rivera, Rey Ruiz y otros por allí, que a base de publicidad desmedida, pinta de niñatos y letras almibaradas, cursis o de burda sensualidad, transformaron la salsa original en un esperpento que todavía nos atribula.

El surgimiento de orquestas autóctonas y de calidad, como Niche y Guayacán, y el auge temporal del “sonido cubano” de los Van Van, los Den Den, Isaac Delgado y otros, auspiciado por Gary Domínguez en su inolvidable “Taberna Latina”, logró retrasar la desaparición definitiva del gusto salsero en Cali. Pero la salsa de verdad desapareció de las emisoras y de la preferencia popular, bajo el arrollador influjo de las disqueras, mas interesadas en promover una salsa industrial, de sonido robotizado, sin matices, sin soneo, sin sabor para el bailador. Por ello, producciones brillantes como las de la Orquesta Mulenze, por ejemplo, son prácticamente desconocidas en la ciudad, relegadas a las salas de los coleccionistas o a la penumbra nostálgica de una que otra salsoteca que todavía subsiste en las barriadas.

Por todo esto, terciando en el debate que mencionábamos, diríamos que no tendría nada de malo que la anunciada visita de Johnny Pacheco, Richie Ray, Bobby Cruz, Rafael Ithier y otros “caballos” de la salsa, a pesar de su innegable ancianidad, de la opacidad de su voz, de su conocidísimo repertorio y de que seguramente no tocan ya con ellos muchos de sus músicos originales, nos vengan a dar un respiro, aunque sea pequeño, en medio de tanta mediocridad y tanta orfandad salsera.

Que, aunque fugaz, nos traigan con ellos el recuerdo del sonido de antes, para que, en alas de la nostalgia, se nos permita vivir el piadoso engaño de una Cali bailadora y salsera.

6.12.05

¿POR QUÉ SE QUEJAN DEL T.L.C.?

Francamente no entiendo por qué tanta quejadera sobre el T.L.C. y sus consecuencias, dizque funestas.

Lo que falta es un poco de ingenio y adaptacion para sacarle jugo a las cosas de los gringos. Si no lo creen, miren este par de ejemplos:

PRIMERO:
BOB ESPONJA EN U.S.A. :

BOB ESPONJA EN LAS CALLES DE BOGOTÁ :

SEGUNDO:

YOGA EN U.S.A. :


YOGA CRIOLLO (con efluvios etilicos, claro) :

(Fotografias fusiladas, sin permiso, de esta pagina: DIARIO NOCTURNO )

5.12.05

LA SONRISA DE RONALDINHO

Quien alguna vez se puso los cortos, se calzó los guayos y se fue a un potrero, o cancha, o peladero, con un grupo de amigos, o compinches, o compañeros, a patear un balón, va a darme la razón en algo: El fútbol es, fundamentalmente y antes que cualquier cosa, un juego. Y juego es, por definición propia, algo divertido.

Por eso, la elección de Ronaldinho como mejor jugador de Europa y, por esa misma vía, del mundo en estos momentos es, además de justa, gratificante. Es como si, después de décadas de someter al fútbol a todo tipo de experimentos atléticos, ajedrecísticos y de ingeniería espacial, a alguien se le hubiese prendido el bombillo y hubiese recordado que el fútbol es, reiteramos, un juego y, encima, divertido. Por tanto, por qué no premiar al que mas se divierte y divierte a los demás con sus jugadas?

Aprendimos a amar el fútbol desde niños y, como tales, siempre lo consideramos un juego. Y fue para todos, sin excepción, un juego encantadoramente fácil: Solo requería a unos cuantos de lado y lado de la cancha, un balón y empezaba la alegría. Algunos con mas habilidad, tenían la magia de la gambeta; otros, mas reposados, pensaban y hacían su jugada, primero en su mente y después con el pie; unos mas, aportaban su fuerza y hasta su rudeza; otros, se reían desde afuera de la cancha, gritaban, se burlaban de los torpes, aplaudían al habilidoso, se divertían. Todos, adentro y afuera de la cancha, gozaban del fútbol.

Es por eso que décadas después aun se habla de las piernas torcidas y las gambetas indescifrables de “Mane” Garrincha. O que se referencia a la Selección Brasil del Mundial del 70, con el fútbol mágico y poderoso de Pelé y la corte de genios, como Tostao, Gerson, Rivelino y demás, que lo secundaban. O que se emite, una y otra vez, el genial gol de Maradona a los ingleses. Eran genios o cracks, como se quiera decir, pero esencialmente era gente que, ante todo, se divertía con el balón en sus pies. Y esa alegría era lo que trasmitían a las graderías o a la audiencia televisiva.

Pero, inexplicablemente, o mejor, entendible pero lamentablemente, el fútbol, por las pasiones que despierta, se convirtió en un negocio. Y la esencia del negocio, a diferencia del juego, es ganar. A toda costa, de cualquier forma, no importa como, pero ganar, siempre ganar. Bueno, y algunos ahora piensan que también empatar es bueno para el negocio. Así que si no puedes ganar, por lo menos empata, de cualquier forma, de cualquier manera, no importa, lo que importa es el resultado. Y ahí se perrateó el juego y su alegría.

Porque, qué horriblemente aburrido se ha vuelto el fútbol. Desde la invención de los llamados “sistemas de bloque”, que empezaron a ponerse de moda después de la sorpresa que representó el llamado “fútbol total” de la Selección Holandesa en el Mundial del 78, todo se volvió sistémico y táctico. Los equipos empezaron a jugar un fútbol impersonal, lleno de esquemas extraños y con un despliegue atlético inusitado. Hasta las posiciones tradicionales cambiaron de nombre: Los habilidosos y gambeteadores de antes pasaron a ser volantes de creación; los delanteros, se convirtieron en medias puntas, cabezas de área o carrileros; los defensas, en stoppers, jugadores de área o taponadores. Hasta el cancerbero se convirtió, durante un buen tiempo, en un defensa mas o lo que se llamaba antes un libero. Se crearon esquemas tan llenos de números que los técnicos de hoy en día son mas matemáticos puros que otra cosa. Incluso, acciones tan fundamentales en el fútbol como es quitar el balón e iniciar un ataque, que antes lo hacia cualquier jugador, ahora se ha especializado de tal forma que hay volantes de recuperación, que quitan el balón, y volantes de armado o creación, que inician el ataque. Con el tiempo, algunos se especializaran en el saque de banda o en traer el balón cuando se desborde detrás de la cancha. Y serán figuras, no me cabe duda.

Las figuras que destacaron en esta nueva época del fútbol moderno llegaron y se fueron con mas pena que gloria. Muy pocos nombres se recuerdan y ninguno se equipara al de Pele o Maradona, cuyas jugadas aun deslumbran y parecen en los videos, como Gardel, que cada día jugaran mejor. Otras estrellas no son mas que el producto homogenizado y pasteurizado de los medios de comunicación o de los mercachifles del fútbol, que invierten ríos de tinta y despliegues verbales para convencernos de que fulano de tal, por hacer una jugada excepcional o jugar mas de dos partidos buenos, es el nuevo crack de la temporada. En realidad, lo que uno ve son jugadores potencialmente buenos, incluso excelentes, completamente castrados en su capacidad de improvisar, de inventar, de crear, amarrados inexorablemente al esquema, generalmente defensivo, del entrenador de turno. Son como esos tristes leones de circo que, amedrentados por el chasquido del látigo, rugen, pero no muerden; se mueven, pero no corren; parecen algo, pero no son nada.

Por eso reconforta, volviendo a Ronaldihno, que este delgado, mechudo y eternamente sonriente jugador sea ahora la nueva figura del fútbol. Solo basta verlo jugar para alegrarse y para disfrutar de una jugada impensada y genial, de esas que no requieren libreto, solo habilidad, genio y gusto por el juego. Y lo mejor, es que ríe, se ríe mucho Ronaldihno, no burlándose del contrario, al que, por lo general, deja tendido con un amague, un freno o un sutil toque lateral, sino de gusto, de alegría por el juego.

Y los demás sonreímos también. Porque amamos el juego y el juego, insisto, es alegría, esa que ahora, por cuenta de esta nueva figura, parece revivir. Y sonreír.

LA CASA VACIA

La casa yace, yace sin remedio, fantasma de sí misma, yace, yace, la casa pasa por sus vidrios rotos, penetra al comedor que está hec...