5.9.05

TRES PALABRAS:

Colombia es un país muy difícil, casi imposible, de entender con la mente. La realidad nacional, tan vertiginosa, nos puede pasar en un mismo día por diversas etapas emocionales que van de la alegría a la decepción, del horror a la confianza, de la calma a la indignación colectiva. Y tales cosas no son materia del pensamiento sino del alma, irremplazable fuente de las emociones y los sentimientos humanos.

Por ello, y según el episodio de turno, las palabras para describir al país brotan, más que de los pensamientos, de una fuente visceral e impulsiva que marca el sentido y el significado de los conceptos y las ideas que se expresan con vocablos. Si el evento del día es trágico, por ejemplo, surgen expresiones como baño de sangre, nos ahogamos en sangre o similares. Si es de indignación, los términos pueden ser país de picaros, raza de ladrones, tierra de bandidos, etc. Si es de alegría o jolgorio masivo, las palabras son jubilo inmortal, tierra fecunda, país de campeones, cuna de gente sabia o culta. En fin.

Y como todo lo emocional, las expresiones son desmesuradas y rabiosamente espontáneas. No hay ahorro de palabras y sí, por lo general, despilfarro de adjetivos. Este es un país extremadamente adjetivado. Tambien profundamente amado o desdeñado, pero, insistimos, todo con desmesura, sin reflexión. Por ello, después de épocas tan frenéticas como las que venimos viviendo, los adjetivos, los calificativos, las palabras dicientes empiezan a escasear, a sonar repetitivas y huecas. Y ante el vacío del concepto solo los hechos, algunos de ellos, parecen tener cierta fuerza expresiva y descriptiva de la realidad nacional, que ya no se encuentra en la palabra escrita ni en la hablada.

Sirvan estas apresuradas reflexiones para contar tres historias salidas de los periódicos que parecen contener en sí mismas, a pesar de su singularidad, una descripción patente del alma colectiva. Son, a su vez, tragedia y comedia, polos opuestos pero próximos que tienden a tocarse cada vez más en cierto punto penumbroso, ubicado mas allá del pensamiento lógico. Veamos:

· Morir ahogado en sangre literalmente puede superar la metáfora, pero no el símbolismo de esa expresión. Sin embargo, sucedió que en la planta de sacrifico de ganado de la empresa Frigosinú de Montería (Córdoba), uno de los empleados cayó accidentalmente en una tina repleta de sangre de res, producto del sacrificio y destazamiento de ganado. Al ver que su compañero se ahogaba, dos empleados mas del infortunado hombre se arrojaron a la tina en un vano intento por socorrerlo, resultando ahogados los tres en el rojo y denso elemento. Luego, puede afirmarse que en Colombia hay gente que muere físicamente ahogada en sangre, y que aquellos que se arrojan al río de sangre para salvar al que se ahoga, pueden terminar pereciendo de igual forma.

· Frente a lo que sucede a diario, se tiene la impresión de que en Colombia se mata por cualquier cosa, expresión que alude a los fútiles motivos que muchas veces se tienen para asesinar a una persona. Este parece ser el mensaje del hecho sucedido hace algunas semanas en Cali, en donde un reciclador mató de un disparo a una persona dedicada a la misma labor y dejó herida a otra en una reyerta que se presentó en el lugar conocido como el Basuro de Navarro, que es el vertedero de basura de la ciudad. Según se reportó, la causa del mortal enfrentamiento se debió, al parecer, a un violento altercado por algunos cartones y latas que uno de los hombres le habría quitado al agresor. Nos indicaría el hecho, entonces, que la vida ha llegado a tan baja estima que lo que es basura para la mayoria puede ser, para otros, una buena razón para matar. O para morir.

· Cuando se afirma que aquí se roban hasta un hueco, se tiene por entendido que la capacidad de los manilargos criollos puede llegar hasta niveles muy bajos en cuanto al valor de lo que pueden hurtar. Sin embargo, lo sucedido a un jubilado en Cartagena rebasa con creces, o mejor con heces, el sentido de la conocida frasecita. Se cuenta que cuando cierto señor de avanzada edad se acercó a cobrar su pensión, se encontró con la consabida escena de una cola larguísima frente a la entidad bancaria. Después de un tiempo de esperar su turno, y ante una apremiante necesidad fisiológica de carácter sólido, el jubilado logró, después de muchos ruegos, que el portero del banco le permitiera utilizar el baño bajo la condición de que no usara la taza del sanitario sino que depositara lo excretado en una bolsa plástica, que se le facilitó con ese propósito. Una vez que el anciano concluyera el mandato fisiológico y saliera del edifico bancario, dos hombres en una motocicleta que acechaban el lugar, se le acercaron a la salida de la entidad, lo amenazaron con arma de fuego y le arrebataron la bolsa plástica que portaba, perdiéndose después a toda velocidad por el concurrido centro de Cartagena. Se dice que el anciano no paró de reírse en una semana de solo imaginarse la cara del ladrón cuando abrió la bolsa del supuesto y oloroso botín. Concluiremos, entonces, que en Colombia se roban hasta la m...

Son tres historias. Y son tambien tres palabras que pintan de pies a cabeza parte de nuestra realidad. O no?

16 comentarios:

  1. Muy buena la última historia.
    En la Universidad de Los Andes una vez nos llevaron a un levantamiento de cadáver.
    Habían matado a un jíbaro en El Cartucho. El muerto tenía una de esas cosas que se amarran a la cintura y a las que le dicen canguros.
    Los del CTI, emociononados, creyeron que era plata.
    Uno de ellos dijo: "nos hicimos el agosto".
    Lo que no sabían era que el jíbaro había sufrido en el estómago unas puñaladas hacía mucho tiempo y que por el canguro depositaba sus "desechos".
    Ver la cara de repugnancia del tipo del CTI que emocionado metió la mano al canguro, no tiene precio.

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  2. A Cermeño:
    Bueno, en tu historia yo diria que es la manera como el destino cambate a su manera la corrupcion. Gracias por tu visita y tu comentario.

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  3. La última historia es de verdad muy buena. Y también la del canguro. Y qué suerte que cuando le tocó a Jazz no vio las cosasw que yo vi cuando me llevaron a los mismo.

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  4. A Jazz:
    Mi conclusión es que que usted, mi apreciada Jazz, no estaba destinada a ser periodista judicial. Menos mal.

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  5. A Mal Ladron:
    Bueno, yo diria que las historias de medicina legal, que también tengo muchas, las dejemos pendiente para otro post. De todas maneras, es mas facil hallar historias como estas en el periodico o en un noticiero regional o local, que en cualquier otra parte. Saludos.

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  6. Yo creo que ni la primera historia ni la última son verdaderas, y la segunda no tiene interés (por aquello de que no es noticia que un perro muerda a un hombre sino que un hombre muerda a un perro). Es que son demasiado perfectas para una alegoría y demasiado inexplicables, forzadas, en la realidad.

    La primera es el resumen de la historia colombiana de las últimas décadas: la intelectualidad colombiana creó una industria cárnica que creció tanto que se formó un charco de sangre en el que se ahoga cualquiera que trabaje ahí. Incluso el ejemplo del ganado es exacto: eso son la mayoría de los colombianos para los miembros de la casta sacerdotal y no tienen el menor interés en ocultarlo. Es que hace menos de un siglo todavía se viajaba de Honda a Bogotá a lomo de indio, eso habían llegado a ser las personas a manos de los antepasados de esos pensadores que tanto abundan en la blogosfera. Si uno no olvida eso, resulta fácil explicarse que les cueste tan poquito mandar a los pobres a matarse para obtener ellos cargos vitalicios de ministros y embajadores, provisión copiosa de concubinas y cocineras, publicación de sus bodrios, etc. (Algunos con anticipo de tales bienes incluso antes del fin de la explotación del hombre por el hombre, como Alfredo Molano, que no dejó de aprovechar la rendición de Pastrana para hacer nombrar a la hija en cargo diplomático ni cobrar verdaderas fortunas por las entrevistas a los jefes de las FARC). Incluso es característica de esos personajes la afición a la tauromaquia, como el inefable Dandi Taurino.

    La tercera historia o leyenda urbana corresponde a otro autor, algún estudiante de psicología que está fascinado por el mito freudiano de la etapa anal y la codicia como representación de la retención del excremento. Para los freudianos el oro y el dinero tienen en el mundo onírico el valor de la mierda. De modo que la moraleja del cuento podría ser que los ladrones le arrancan al anciano el fruto de su vida. (Fuera de eso, la historia está incluso mal construida, pues a nadie le prestan el baño con la condición de que se lleve la mierda. Sobre todo si va a entrar después al banco de nuevo y a estar horas haciendo cola.)

    La segunda historia es la más complicada. La conclusión de Vopa no me gusta, parece como si matar a alguien por diez millones de dólares estuviera más justificado. En todo caso, es más probable que una persona en esas condiciones mate a quien la agravia. Es que si uno es un millonario hecho a la buena vida y un día lo pierde todo y hasta sufre humillaciones inconfesables, lo que hace en cuanto pueda reaccionar no es matar a su ofensor sino pegar un carrerón el berraco a un lugar donde lo traten bien. Siempre tendrá oportunidades de recuperarse, mientras que el hombre que es reciclador no tiene a donde huir ni tampoco puede renunciar a hacer frente de forma violenta a quienes lo agravian, pues podría hasta convertirse en su esclavo.

    En todo caso es verdad que en Colombia la vida no vale casi nada, vale menos cuanto más se meta uno en el medio rural, cuanto más cerca de la selva esté. Es el factor de primitivismo que trataba de explicar en el post de los asesinos.

    Saludos.

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  7. Hace poco ocupo titular en RCN Noticias un asno agresor. Hasta las mascotas son violentas, que bonitop...

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  8. A Jaime Ruíz:
    Me pone usted en el aprieto de desmentirlo en su creencia porque todas son historias verdaderas, incluso la de la sangre sucedio el pasado fin de semana. Tengo algunas dudas con la tercera historia, pero esta la comentó hace algunos meses Daniel Samper en El Tiempo, asi que cualquier reclamo favor hacerselo a él. En lo que si concuerdo con usted, mi querido Jaime, en que las historias son perfectas para las alegorias que he mencionado. Lo de los recicladores revela cierta escala de valores a la baja. No es que sea mas justificables matar por cientos demillones que por unas piches cajas de cartón, pero el factor de referencia no es el dinero sino la vida, así que lo que se hace enjuiciable que la vida ha perdido valor incluso hasta frente a la basura. Lo del baño encja en la historia porque, que yo sepa, a nadie le prestan un baño en un banco (o si?), pero para el caso d ela hisotira el vigilante, contrariando la orden que recibió seguramnte, se arriega a prestarlo bajo la sabida condición. Cosas de la vida. Saludos

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  9. A Focault:
    Y eso que los de RCN no leyeron el post sobre el burro asesino. Gracias por tu comentario.

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  10. Si.. aquí hasta la mierda se roban y hasta por cartón matan. El bollo es que nos acostumbramos y solo nos queda reírnos.

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  11. A No Al silencio:
    Muy cierto, pero en ese sentimiento tambien hay desmesura. Gracias por su comentario.

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  12. Yo la verdad ya no sé si reirme o sentir vergüenza?

    Buen blog :)

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  13. A Sally:
    Gracias por su visita y su comentario. Tiene en mi a un fiel lector. Saludos

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  14. A Marsares:
    Es cierto lo de la perspectiva. Pero igualmente es inaceptable, sea el contexto que sea, que la vida humana sea lo primero que se cobren por cualquier cosa. Saludos.

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  15. Se me albototó la sensibilidad y ando pensando en lo que necesitaba reirse, por su segura vida triste, el señor de la bolsa. Sólo eso.
    Saludos

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  16. A Mal Ladrón:
    Es probable. De todas maneras es mejor que la gente se ría a que se ponga violenta. Gracias por tu visita.

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