17.6.05

HISTORIAS DE CIUDAD (1) : Yeimi

Su nombre podria no tener ninguna importancia, pues de seguro se perdería en la multitud de nombres anónimos que colman las paginas judiciales de la ciudad. Sin embargo, como un homenaje minimo a una victima mas del holocausto de esta absurda violencia que vivimos, lo diré: Se llamaba Yeimi.

La primera vez que oi su nombre fue en una cárcel, donde un hombre de mirada torva me habló de ella tras los barrotes despintados de un cubiculo de entrevistas. "Era una hembrota", comentó socarronamente, pero la historia que me contó no era picaresca, sino tragica. Tenía 16 años cuando se conoció con el hombre con el que finalmente se enroló, después de un embarazo precoz y una fuga apresurada del hogar paterno, al que dejó destrozado por la inesperada noticia de que la niña de la casa se iba a vivir con un hampón del barrio. Nada se pudo hacer.

Después de algunas semanas de idilio Yeimi empezó a conocer al personaje que dormia a su lado. Lo veía dormir durante casi todo el día y salir de noche "a voltear"; lo veía pasar de la mas absoluta carencia a una inexplicable abundancia en cuestion de horas; lo veía hacer y recibir llamadas misteriosas y reunirse durante interminables horas en la panadería de la esquina con sospechosos personajes; lo veia guardar armas y balas en los cajones del closet. Lo veia hacer muchas otras cosas, pero en realidad ella nada veía. Lo amaba con amor incondicional y ciego de adolescente y, aparte de estar juntos, nada le importaba.

La hija que les nació no cambió mucho las cosas, aparte de ver que su hombre, espantado seguramente por el cuerpo deformado por el embarazo, no la tocó durante mas de seis meses. Sospechaba que le era infiel, pero, en realidad, eso tampoco le importaba. Lo amaba de verdad. La primera propuesta que le hizo vino dos meses depues del parto: Mira, gordita, por que no nos colaborás a los muchachos y a mi, pa 'que trabajemos, vos sabes, como sos una pelada bacana, bien arregladita cualquiera se pega... Y claro, cómo decirle que no.

Su primer trabajo fue de fletera para robarle a un pensionado que, engolosinado por las hermosas piernas que generosamente mostraba su diminuta minifalda, practicamente no opuso resitencia cuando le arrebataron la pensión que acaba de cobrar. Después, fue robarle la plata del cajero automático a un joven médico que la recogió un viernes en su carro en la Sexta, seguro de haber hecho el levante de su vida... Y fueron muchos más "camellos", cada uno mas peligroso que el otro, pero no importaba, estaba con su hombre. Sabia que lo que hacía era peligroso y que de seguro era algo totalmente distinto a lo que le enseñaron en su casa. Pero no importaba, pues tambien tenia sus recompensas: Bailar hasta el amenecer en Juanchito despues de cada "corone"; comprar ropa de marca en algún exclusivo centro comercial de la ciudad; paseo en Pance una vez al mes; el televisor de 29 pulgadas que pudo disfrutar tres semanas, antes de que se perdiera en la casa de empeños... No era mucho, es cierto, pero, como le decia su hombre, ya vendrá lo bueno, mamita, no se precocupe.

Cierto día él llegó inusualmente contento, se sentó en una de las dos desvencijadas sillas de la diminuta sala y le dijo que ahora si le habian propuesto la vuelta pa' salir de pobres, mamita, que se alistara... Ella le creyó, como siempre lo hacia, pero tuvo el presentimeinto de que era algo definitivo, para bien o para mal, producto tal vez de ese sexto sentido que dicen tienen las mujeres, pero que a veces no les sirve de nada.

El día acordado se vistió con su mejor ropa y se arregló en un salon de belleza cercano a su casa, tal como él le dijo; la recogieron en un taxi y la dejaron cerca de la esquina en donde, como todos los días, pasaría la victima rumbo a su casa. Al tercer día, el tipo reparó en ella y se le acercó en su flamante Mazda ultimo modelo, conversaron brevemente, pero fiel al libreto, ella se mostró esquiva. Dos dias despues le aceptó la invitación a tomarse unas cervezas.

Sin embargo, lo primero que Yeimi no sabia, ni su marido, ni los confabulados para el secuestro, era que la Policia los venia siguiendo desde hacia varias semanas. Y fue precisamente por uno de esos videos de vigilancia como vi a Yeimi viva: Se veía bonita, bien vestida, con cara ansiosa, parada en esa esquina fatal, como una niña indefensa jugando al peligro... Finalmente, el asunto del secuestro salio mal, porque la segunda cosa que Yeimi no sabia, ni su marido, ni sus compinches, era que la Policia ya había alertado a la victima, y entre todos les tendieron una trampa. El hombre llamó a Yeimi y le propuso pasar un fin de semana fuera de la ciudad, que era la oportunidad que los secuestradores andaban buscando. Ella, claro, aceptó, como se lo dijo su marido, y acordaron los detalles con el resto de la banda. La policia, por su parte, dispuso la escena en el lugar del encuentro. La idea era capturar a toda la banda cuando se dispusiera a secuestrar a la victima.

Pero la tercera cosa que ni Yeimi, ni su marido, ni sus compinches, ni la misma Policia sabia, era que la victima tenia sus propios planes. El día fijado el hombre no apareció. En el video la muchacha, sentada en una mesa solitaria del restaurante, parecia una novia abandonada, jugueteando nerviosa con el vaso de la gaseosa tibia, mirando hacia la puerta ... Tres días despues, cuando venia caminadno con una bolsa de leche recien comprada, a las 8 y 15 de la mañana y a diez metros de su casa, según decia el informe policial, dos hombre en motocicleta, de esos que nadie sabe de donde salen, ni donde viven, ni como consiguen las armas, ni como circulan en moto en las barbas de la policia, la acribillaron con seis certeros disparos. Su marido, me contó el hombre de la carcel, apareció una semana despues, torturado brutalmente, semienterrado en un cañaduzal a la salida de la ciudad.

La ultima vez que vi a Yeimi fue en las fotografias de la necropsia: Estaba tiernamente acostada en la mesa fria de la morgue, con sus ojos cerrados y un hilillo de sangre escurriendo por la comisura izquierda de su boca entreabierta. Noté que extrañamente la lividez de la muerte resaltaba sus facciones suaves de adolescente. Incluso, me pareció que sonreía...

5 comentarios:

  1. Que chimba de blog. Lo quiero invitar a que clasifique La Cuca de Mariana en LA PETITE MERDE.

    -- La Merde --
    http://lapetitemerde.blogspot.com/

    ResponderBorrar
  2. Mil gracias por el comentario dejado en LA PETITE MERDE. Realmente es enriquecedor cruzar opiniones con personas como vos.

    -- LA Merde --

    ResponderBorrar
  3. E X C E L E N T E.


    no creo que haya mas calificativos. es excelente. Que haya mas cartas desde cali, por favor.

    ResponderBorrar
  4. Semejante crónica lo deja a uno literalmente sin palabras...si así será en Cali, no quiero ni pensar cómo sucederán situaciones parecidas en lugares mucho más recónditos y "lejos de Dios", como lo sería cualquier municipio del
    oriente / sur-oriente nacional.

    ResponderBorrar
  5. estubo bien interesante y muy por esa chik pero asi es las mujeres cuando nos enamoramos hacemos lo que nos pidan.. claro que todo tiene sus limites kiss att yeimy vivas

    ResponderBorrar

Gracias por tu comentario, es siempre bienvenido

LA CASA VACIA

La casa yace, yace sin remedio, fantasma de sí misma, yace, yace, la casa pasa por sus vidrios rotos, penetra al comedor que está hec...